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sábado, 6 de mayo de 2017

Sinn Féin en Argentina Bobby Sands 5 de Mayo de 1981-2017

Hambre – Ocrás – Hunger

Sin duda el arma de sometimiento más importante usado por las fuerzas de ocupación británicas en Irlanda fue el hambre, ocrás (en gaélico irlandés), o hunger (en el idioma de los invasores). Esta arma provoco el genocidio de millones de irlandeses, y el exilio de muchos otros, entre 1845 y 1850 fue la peor etapa de la llamada hambruna irlandesa que se le atribuyo a un parasito que comía la papa, pero lo cierto es que Irlanda abastecía a Inglaterra de muchos otros alimentos en esta misma época, miles de cabezas de ganado; decenas de miles de toneladas de harina, granos, carne, aves de corral y productos lácteos, la flota naval británica controlaba el mar para el traslado de los productos y también para no permitirle pescar al pueblo irlandés.
En 1848 la población de Irlanda se redujo de 8 a 5 millones, se calcula que 2 millones emigraron y el resto murió, Para 1850, el 26% de los neoyorquinos procedían de Irlanda, lo que significa que había más irlandeses en Nueva York que en Dublín, la propia capital de la nación. Durante los seis años de hambre, 5.000 barcos realizaron la peligrosa travesía de 5.000 kilómetros por el Atlántico. Muchas de aquellas naves estaban viejas —algunas incluso se habían empleado para el transporte de esclavos— no se habían mejorado casi nada los claustrofóbicos camarotes, las condiciones sanitarias eran nulas, y los viajeros tenían que sobrevivir con mínimas raciones de alimento.
Miles de pasajeros, débiles tras la hambruna, cayeron enfermos, y en muchos casos murieron en alta mar. Las naves que partieron con destino a Canadá en 1847 recibieron el apodo de “barcos ataúd”, pues de los 100.000 emigrantes que transportaban fallecieron más de dieciséis mil, fuera durante el viaje o poco después de tocar tierra. En Irlanda, amigos y familiares recibían cartas en las que se contaba la odisea, pero aun así continuaron emigrando a raudales.

Esta es una historia de la lucha por libertad, la autodeterminación y la soberanía
“Mi abuelo una vez dijo que el encarcelamiento de la Alondra es un crimen de la mayor crueldad, porque la alondra es uno de los grandes símbolos de la libertad y la felicidad. El a menudo hablaba del espíritu de la alondra, contando la historia de un hombre que encarcelo a uno de sus queridas aves en una pequeña jaula, la alondra al sufrir la pérdida de su libertad, no canto más, ya no tenía razones para estar alegre.
El hombre que había cometido la atrocidad, como mi abuelo la denomino, exigió a la alondra que debía hacer lo que él quisiera; esto era cantar fuerte, obedecer sus deseos y cambiar (la actitud) para satisfacer su gusto. La alondra se rehusó y el hombre se enojó y se violentó, empezó a apresurar a la alondra para que cantara, pero inevitablemente no obtuvo resultados. Entonces adopto la medida más drástica. Cubrió la jaula con un trapo negro, privando al pájaro de la luz del día. Le hizo pasar hambre y le dejo pudrirse en la sucia jaula, pero el pájaro todavía se negaba a ceder. El hombre la asesino”. (Sands 1981)

Esta es una historia de un hombre que luchó contra la opresión


Robert Gerard Sands, en irlandés Roibeárd Gearóid Ó Seachnasaigh, más conocido como Bobby Sands.

Fue un ser humano común y corriente, normal, como cualquiera de nosotros, pero frente a situaciones extraordinarias que le tocaron vivir en su vida reaccionó la manera mas digna que puede reaccionar un ser humano y esa dignidad va asociada a la solidaridad y a la sensibilidad que debemos tener todos los seres humanos.

El era un joven que le toco vivir en uno momento difícil, en un lugar difícil, había nacido el 9 de marzo de 1954 en Belfast, Irlanda, en el barrio de Rathcoole que es una zona típicamente unionista (pro británica) de mayoría protestante y donde la bandera británica flamea en la mayoría de las casas del lugar.

En 1972 La familia Sands se traslado a Twinbrook, una zona nacionalista irlandesa en los suburbios. La decisión no había sido voluntaria, su casa como la de todos los católicos había sido atacada, una vez fueron disparos, otra basura arrojada a través de las ventanas y casi todos los días insultos por parte de los jóvenes de la orden de orange (una especie de KKK británico).

“Todo mi mundo y mi entorno, sucumbió, explotó alrededor de mí. Había visto demasiados hogares destrozados. Padres e hijos arrestados, vecinos heridos, amigos asesinados. Demasiados tiroteos, demasiado gas y sangre. La gran mayoría infligido a mi gente. Cuando tenía dieciocho años me alisté como voluntario en el IRA”

En octubre de 1972 Sands se había incorporado a los provisionales de IRA.

“porque es el único camino para lograr nuestra libertad”

La adolescencia de Sands había transcurrido entre los dos mundos en que se divide la parte norte de Irlanda. Los ghettos católicos donde estaban todos sus amigos en los que podía ver a la gente viviendo en condiciones miserables, allí las oficinas de empelo mostraban un cartel significativo: “catolics no use”, es decir no hay trabajo si eres católico, allí también las invasiones de los paramilitares protestantes eran moneda corriente.

En 1972 Sands es detenido, tras apenas dos meses de militancia activa en el IRA. Entre 1972 y mediados de 1976 adquiere una formación intelectual e ideológica superior a la media de los militantes del IRA. Se convierte en un estudiante aventajado de gaélico, que pasará a dominar perfectamente y luego enseñaría a los presos de los bloques H, y toma contacto con los principales teóricos e ideólogos de la revolución colonial/tercermundista, el Che Guevara, Camilo Torres y Frantz Fanon entre otros. A ello se une todo el historicismo nacionalista feniano, 1916 y Pearse. Como diría Gerry Adams, que cumplía condena en Long Kesh en el mismo periodo, “en la cárcel nuestros referentes eran 1916 y el Che Guevara”

Luego de los tres años recupera su libertad y vuelve a Twinbrook y prosigue su actividad militante, convirtiéndose rápidamente en un líder de la zona. Seis meses mas tarde lo vuelven a detener y esta vez los jueces pertenecientes a la Orden de Orange lo condenan a 14 años de prisión, sin atender las pruebas presentadas por su abogado en la que quedaba demostrado que Sands fue salvajemente torturado.

El 1 de marzo de 1976 el Gobierno Británico a manos de Margaret Thatcher revocó la categoría de status especial conferida a
prisioneros republicanos y lealistas, fueron considerados criminales comunes, concentrados fundamentalmente en un nuevo complejo carcelario construido en Belfast, y conocido por el nombre de la Prisión del Laberinto, en ingles Her Majesty's Prison Maze.

Sands es trasladado a la Prisión de Maze, El Laberinto, Long Kesh fueron algunos de los nombres utilizados para referirse a uno de los lugares más horrorosos que inventaron los británicos para doblegar al pueblo irlandés, de la misma forma que los nazis tenían los campos de exterminio, o los que usaba el gobierno Sudafricano en los tiempos del apartheid, o los que Israel pose territorio ocupado para castigar a la resistencia Palestina, o el campo de concentración que tienen los norteamericanos en Guantánamo o, los campos de concentración que tenía la última dictadura militar en la Argentina como la ESMA, Campo de Mayo, etc. Gran Bretaña erigió este centro de detención a unos 14 Km. al suroeste de Belfast. Allí el objetivo era doblegar la moral del condenado, envilecerlo, atormentarlo mediante todo tipo de sevicias en prolongados interrogatorios y por último, -a estilo de lo practicado con los brigadistas en Italia o los etarras en Euskadi- presentarlo como “un arrepentido”.

Durante años han pasado por ese centro tortura miles de voluntarios del IRA, quienes a partir de una ilimitada confianza en sus propias fuerzas y de una indoblegable coherencia ideológica, han podido vencer los objetivos de sus carceleros.

Desde la cárcel de Long Kesh a al que fue trasladado, Sands comienza a escribir poemas y denuncias sobre el padecimiento de los detenidos. También critica la actitud hipócrita de los políticos del Sur que no reaccionan como deben ante los atropellos que sufren los irlandeses del Norte.

“Yo solo era un trabajador de un ghetto nacionalista, fue la represión la que hizo nacer en mí el espíritu revolucionario de la libertad” decía.

Sands resistía en la cárcel, enviaba mensajes en papel higiénico o recordaba lo que habían sido esos escasos seis meses de la libertad que le tocó vivir. Espacio de tiempo en el que trabajó en la Cruz Roja Irlandesa (Cruz Verde); se vinculo con las comisiones vecinales juntando fondos para los presos y sus familias y hasta editó una hoja informativa: “Libertad”.

En 1975 la población carcelaria rozaba los límites de hacinamiento. Tres mil republicanos sobrevivían en sus calabozos. Fue entonces que la intervención inglesa creo los denominados Bloques H. por la forma que estaban ubicados. Eran verdaderas tumbas donde fueron alojados solamente los presos políticos a los que Londres sólo reconocía como “convictos” o presos comunes.



En septiembre de 1976 Sands escribía desde la prisión:

“Estoy ahora en los Bloques H, donde me niego ser sometido al capricho de los que nos oprimen, nos torturan y atacan nuestra dignidad. Tengo el espíritu de la libertad que no será destruido ni aun con el más horroroso de los tratamientos. Por supuesto, que pueden matarme, pero mientras permanezca vivo, seguiré siendo lo que soy: un prisionero político”

A estos bloques fueron a parar 400 detenidos que oponiéndose a aceptar la condición de “criminales” y “comunes”, se negaban a vestir la ropa carcelaria indicada para dicha calificación. Por lo tanto, durante años permanecieron desnudos solo tapados por una manta.

Ciaran Nugent fue el primer militante del IRA que se negó a aceptar la nueva legislación dentro de las prisiones de Irlanda del Norte. Rehusó llevar el uniforme de prisión, para pasar a vestirse con una simple manta. Nugent hacía de esta manera honor a los antiguos militantes fenianos de la IRB (Hermandad Republicana Irlandesa), que también rechazaron el uniforme de prisión en las cárceles Victorianas. A partir de él todos los militantes republicanos que entraban a la prisión hicieron lo mismo, comenzaban así una protesta que duraría 5 años, reclamando que el Gobierno británico reintrodujese la legislación que les reconocía como prisioneros políticos. La protesta, se conoció como blanket protest (protesta de la manta), o “los hombres de las mantas”  (blanketmen) y en la prisión de mujeres de Armagh sucedía lo mismo.

La inflexibilidad de la premier británica Margaret Thatcher no se hizo esperar y les negó el derecho a hacer ejercicio, a leer o a usar las instalaciones. La clasificación de estos como criminales comunes se concebía dentro de la estrategia de Ulsterización/ criminalización lanzada por el Gobierno británico, a mediados de la década de los setenta.

“La mayor parte de cada eterno día al que debo enfrentarme lo tengo que llenar con pensamientos. No tengo nada más para hacer frente a largas e interminables horas de confinamiento. La soledad y el aburrimiento son cosas terribles. De forma continuada y sin descanso. No tengo sino un arma para batirles: Mis propios pensamientos”

A lo que los presos en 1978 respondieron con la negativa a afeitarse, lavarse y esparcían sus excrementos y su orín por la celda, es fase de la lucha se la denomino dirty protest (protesta sucia), Thomas O´Fiach, el arzobispo católico de Armagh, en su visita a los prisioneros republicanos en 1978 decía:
“No conozco a nadie que pudiera mantener a un animal en tales condiciones, por no hablar de un ser humano. La experiencia más cercana a lo que he visto en las cárceles, fue el espectáculo dantesco de centenares de sin techo viviendo en las calles de Calcuta. Cualquiera que sepa algo de la historia de Irlanda, sabe cuáles son las raíces de tal actitud en nuestro pueblo. En estado de
perpetuo aislamiento y aburrimiento mantienen su cordura estudiando irlandés. Es una indicación del triunfo del espíritu humano en condiciones terriblemente adversas, el hecho de que se comuniquen entre ellos en gaélico, que se canten unos a otros canciones en el mismo idioma y entonces sean escritas con pasta
de tubo dentífrico en paredes llenas de secreciones”.

En 1979 durante la protesta sucia Bobby decía:

“Sabemos (los prisioneros) que junto a los camaradas del Oglaigh na hEireannn [IRA (Voluntarios de Irlanda en gaélico)] afuera y vosotros, el pueblo revolucionario, podemos conseguir la victoria que garantice la felicidad y la justicia para futuras generaciones, y no la opresión. Realmente nos debemos asegurar de que llevamos nuestra lucha hasta el final con el objetivo de instaurar una República Socialista de 32 condados. De lo contrario las cosas permanecerán igual”.

“Debo resistir, no tengo a dónde ir. Mi tumba puede ser mi sepultura. Estoy rodeado por una jungla de alambres. El monstruo [Inglaterra] ruge, viene a por mí. Jamás saldrás de aquí, si no haces lo que te digo. Recuerdo, y es algo que nunca olvidaré cómo el monstruo [Inglaterra] se llevó la vida de Terence MacSwiney, Michael Gaughan, Frank Stagg y Hugh Coney. No van a destruir mi espíritu, mi identidad, no dejaré que lo hagan. Pueden hacer conmigo lo que quieran, pero jamás les entregará mi espíritu. Dios, la vida es dura para los oprimidos, pero resistir es vencer. El permanecer imbatido en espíritu es una victoria. Bendito es aquel que mantiene la esperanza [...]”.

El poeta William Butler Yeats describe en una poesía sobre Levantamiento de Pascua de 1916 como “una terrible belleza ha nacido” Bobby hace una poesía y en el final le pone nombre a esa terrible belleza.

“Blanco y amarillo son los colores de Dios y de la Pascua/ Las rosas blancas y amarillas reflejan la pureza de la libertad y su esencia ha sido bebida por el oprimido, elevando su corazón/ Han florecido en la forma de rebeliones asesinadas/ Esas preciosas rosas/ Han sangrado en una piadosa agonía por los mezquinos vientos de una tierra extraña [Inglaterra]/ Son Pearse y Connolly, esta terrible belleza”

Mi situación es radicalmente opuesta a la de cualquier criminal ordinario. Soy un prisionero político, un soldado republicano que lucha por la libertad de su país, no sólo en cautividad, donde ahora languidezco, sino en el exterior, donde mi país sigue estando cautivo. He sido capturado y enjaulado, pero como la alondra también he visto lo que sucede en el exterior de la jaula. ¿No tenemos aquí suficientes alondras como prueba de lo que digo? Nuestra historia está repleta de ellos: los MacSwiney, los Gaughans, y los Stagg, ¿saldrán más de los bloques H? No concluiré mi relato sin finalizar la historia de mi abuelo. Una vez le pregunté qué sucedió con el malvado hombre que enjauló, torturó y asesinó a la alondra. Hijo, me dijo, una vez cayó en una de sus propias trampas y nadie le ayudó a escapar, su propia gente le dio la espalda, y agonizó en la misma tierra que él había sembrado con tanta sangre. Las alondras vinieron, y a modo de venganza le extrajeron los ojos. A partir de entonces las alondras cantaron como nunca. Abuelo, le dije, ¿no será el nombre de aquel hombre John Bull [Inglaterra]? Tiocfaidh ár la [nuestro día llegará]”.



A fines de 1979, los prisioneros republicanos sintetizaron sus reivindicaciones en cinco demandas, las famosas cinco demandas, ya 1980, casi mil presos del IRA eran enviados a los Bloques H y de allí surgió la dedición de pelear por cinco puntos reivindicativos:

1.   El derecho a usar su propia ropa en todo momento
2.   El derecho de no ser obligados a realizar tareas serviles, aceptando hacer trabajos necesarios para el mantenimiento y limpieza de las áreas de la prisión ocupada por ellos mismos. Así como espacios de tiempo libre entre las horas de trabajo a los fines de estudio.
3.   El derecho a vincularse entre ellos en las horas de recreación y de asociarse para tareas internas.
4.   El derecho a visitas semanales, a recibir cartas y paquetes, así como para organizar su educación y diversión dentro de la cárcel.
5.   el derecho a la remisión parcial de las sentencias, al igual que los otros condenados.


Al no obtener ningún tipo de dialogo desde Londres y al haber agotado los recursos de las etapas de la lucha emprendida en 1976 surgió como culminación de esa lucha la decisión de iniciar una huelga de hambre.

Como señalaron oportunamente los propios protagonistas, no se trató de una estrategia republicana premeditada, sino de la respuesta personal de los presos republicanos, que no tenían más arma que su propio cuerpo ante la falta de voluntad de diálogo por parte de Londres. La estrategia que desarrollo Sands para que no quedaran dudas de que esa lucha era hasta el final fue que empezarían la huelga en forma separada por intervalo de una semana entre cada voluntario, de esta forma no había retroceso. 

En enero de 1981 Bobby muestra su intención al IRA de reiniciar una huelga de hambre que habría de liderar él mismo, aun a sabiendas de no contar con el beneplácito de la Ejecutiva Militar. El argumento de Sands es que la derrota en las cárceles es inaceptable, porque ésta es a su vez una vergonzante derrota para todo el movimiento republicano:

“Aceptamos el derecho del ejército [el IRA] para llevar a cabo operaciones encaminadas a lograr la liberación nacional, de la misma forma que nosotros aceptamos las trágicas consecuencias que pudieran derivarse de esta decisión y el hecho ineludible de que nuestra propia muerte no garantice la consecución de las demandas. Asumimos que la lucha debe continuar en el exterior. De la misma manera, esperamos que aceptéis que la lucha en los H-Block, como una parte más de la lucha por la liberación nacional, debe mantenerse al unísono”

El 1 de marzo de 1981 Bobby Sands, el comandante responsable del IRA en esta prisión, comenzó la huelga de hambre coincidiendo con el quinto aniversario de la revocación del estatus de prisioneros políticos.

De esas jornadas de prisión y huelga de hambre se pudieron rescatar algunos relatos que fueron condensados en el libro “One day on my life” que prologo el Premio Nobel de la Paz, Sean Mc Bride. Allí Sands describe los tormentos cotidianos

“yo era un esqueleto, nada tenia que ver con lo que fui, pero no me importa, nada importa realmente que no sea mantenerse entero. Me vuelvo a enrollar en mi manta mientras el frío muerde mi carne una vez más. Ellos no tienen nada en todo su arsenal imperial, capaz de quebrar el espíritu de un solo prisionero político republicano que se rehúsa a ser quebrado. Ellos jamás podrán romper nuestro espíritu. Me vuelvo a enrollar en la manta una vez mas mientras mi cuerpo tiembla y estoy helado, la nieve atraviesa mi ventana y cae sobre mi frazada. Tiocfaidh ár lá me dije, tiocfaidh ár lá” nuestro día llegara en Gaélico irlandés, se pronuncia [choqui ar la].

En el día 40 de su huelga de hambre (el 9 de abril de 1981) escribía:

 “He luchado contra el monstruo una vez mas, hoy…ha sido duro…mi cuerpo está débil y tengo frío, estoy solo, pero desde alguna parte escucho voces familiares que me animan, ‘estamos contigo no te rindas’…, necesito oír esas voces. Debo soportarlo, debo, debo…mañana volveré a luchar contra el monstruo y sus diablos nuevamente…”  

Al día siguiente, Bobby vencía al monstruo en su propia guarida. Postulado como candidato por el Sinn Féin (brazo político del IRA) obtenía 30.492 votos y ganaba los comicios para entrar en el Parlamento Británico, derrotó al candidato protestante en una campaña improvisada y en el que el único programa político eran las reivindicaciones de los presos.

La batalla a muerte de Bobby conmovió al mundo, desde todas partes llegaban mensajes de adhesión a su lucha y de repudio a la inflexibilidad británica, Mientras el guerrillero irlandés y sus compañeros agonizaban, el Papa Juan Pablo II intento convencerlos de “lo inútil de ese sacrificio”, Sands fue muy claro con enviado, el secretario del Papa John Magge: “esta lucha es hasta la victoria”.

Los últimos días de Sands fueron terribles, ciego por completo, con sus huesos que al atravesarle la piel le producían fortísimos dolores, no cedía. En las calles mientras tanto, miles de manifestantes coreaban día a día el nombre de Sands y el de sus compañeros de cárcel.

La activista Bernardette Devlin sentenciaba: “si Bobby muere Inglaterra quedara como un leproso ante el mundo civilizado”.



Pero el 5 de mayo las fuerzas de Bobby se extinguieron, el servicio penitenciario daba un escueto comunicado “Mr. Robert Sands, un recluso de Maze, murió a la 1.17 de esta madrugada, el se quito la vida rehusando alimentos y asistencia medica”. La deshumanizada referencia de un comunicado de prensa de la oficina inglesa para Irlanda del Norte, no podía ocultar lo que en realidad estaba ocurriendo ese 5 de mayo de 1981, de una punta a la otra de los 32 condados del mapa irlandés unificado.
Tras 66 días de huelga de hambre, a los 27 años de edad (desde los 18 estuvo en prisión) Sands asestaba con su muerte un costoso golpe a la prepotencia de la Sra. Thatcher y convocaba a la rebelión a miles de jóvenes irlandeses que convirtieron el gesto de Bobby en un símbolo de moderno de “moral revolucionaria”

Su madre se mantuvo firme y con una dignidad increíble no se dejo llevar por las presiones que le hablaban de “evitar la muerte” de su hijo. Se lo había prometido a Bobby antes de que este perdiera la conciencia y pronunciara las ultimas palabras: “Los amo, eres la mejor madre del mundo, estuviste a mi lado…”.

“Alguien dijo un día que es difícil ser la madre de un héroe. Nadie sabe eso mejor que la señora Sands, que tuvo que soportar la visión de ver diariamente crucificado a su hijo durante sesenta y seis días hasta ser finalmente asesinado. La señora Sands simboliza a todas las madres irlandesas que generación tras generación ven a sus hijos partir para luchar por la libertad de Irlanda” (O´MALLEY, P. 1990, Biting at the grave (The Irish Hunger Strikes and The Politics of Despair)).


Su muerte fue otra vez el final y el principio, miles de jóvenes se lanzaron a las calles de Belfast para vengar su dirigente. Un cuartel de policía fue destruido por la muchedumbre.
Mientras de desde Londres la “dama de hierro” parecía no acusar el impacto al señalar que “el terrorismo es un crimen y el crimen siempre será castigado como tal”, millares de republicanos comenzaron a desfilar por el velatorio de Sands frente a la casa de sus padres en Belfast, militantes del IRA colocaron el primer monumento con una inscripción que exigía “paz, justicia y libertad”.
Los balcones de todas las casas republicanas, incluso la de los barrios unionistas desafiaron la presencia militar inglesa colocando banderas negras y republicanas.
Su entierro fue una de la más importante concentración republicana, cerca de 40.000 personas acompañaron sus restos hasta el cementerio de Milltown, el féretro fue cubierto con la bandera tricolor (verde, blanca y naranja) estuvo precedido por los gaiteros y escoltado por cuatro voluntarios del IRA con uniforme militar y rostro cubierto que hicieron la típica descarga al aire con sus armas y la multitud rugió: “el IRA manda” y “Bobby serás vengado”

En los días posteriores mientras la violencia callejera crecía y parecía desbordar a las tropas británicas, fallecían en la prisión: Francis Hughes el 12 de mayo; Raymond Mc Cresh y Patsy O’Hara el 21 de mayo; Joe Mc Donell el 8 de julio; Martin Hurson el 13 de Julio; Kevin Lyinch el 1 de agosto; Kieran Doherty el 3 de agosto; Thomas Mc Elwee el 8 de agosto; y Mickey Devine el 20 de agosto.

Pero la Sra. Thatcher siguió eligiendo la guerra y no escucho los ruegos del cardenal primado de Irlanda, Thomas O’Fiaich o los del líder laborista John Hume. Solo en octubre y después de que los presos decidieran levantar la medida, la Corona se dignó a conceder dos de los cinco puntos reclamados por los huelguistas, uno de ellos era el poder vestir con su propia ropa y fue recogido como una gran victoria republicana. Así lo manifestó el líder del Sinn Fein, Gerry Adams: “esto se ha logrado con el esfuerzo y el coraje de nuestros valientes presos republicanos”.

El 15 de noviembre del ´81 el IRA volvía a demostrar que estaba dispuesto a seguir el combate. Ese mismo día ejecuto a un miembro protestante del parlamento británico el reverendo Robert Bradford miembro de la orden de Orange y voló con explosivos la casa del procurador inglés, Sir Michael Havers, en Londres que en ese momento se encontraba de viaje con su familia en España.

Havers fue el representante por parte de la corona en el caso los Cuatro de Guildford y también de la familia Maguire (conocido como los siete Maguire), todos los cuales fueron condenados injustamente siendo inocentes. Colectivamente, atendieron a un total de 113 años de prisión y uno de los siete Maguire, Giuseppe Conlon, muerto en prisión, condenado sobre la base de las pruebas forenses desacreditadas. Caso que se hizo mundialmente conocido por el film de 1993 llamado “En nombre del padre” del director Jim Sheridan

 Los dos atentados fueron reivindicados simbólicamente por la “Brigada Bobby Sands”. Algo más que un símbolo. 
   
Esta fue la historia de la alondra y del héroe irlandés Bobby Sands los dos tuvieron el mismo espíritu de libertad. 


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